miércoles, 22 de diciembre de 2010

02-02-10

No sé si te quiero. Es decir, sé que te quiero, que te tengo un cariño tremendo, pero creo que no estoy enamorada de ti. Es mucho tiempo dándole vueltas a lo mismo y ésta es la única conclusión que saco. Sé que dirás que pienso esto porque las circunstancias en las que estamos no nos ayudan, pero es mucho tiempo ya dudando. Desde antes de que tú te pusieras tan mal. ¿Que por qué no te lo he contado antes? Pues porque no estaba segura, porque quería que el tiempo decidiera, que me aclarara, y cada vez me doy más cuenta de lo que te estoy diciendo. Desde que me fallaste en el verano he tenido dudas, creo que es normal, de si hice bien perdonándote, pero cada día me demostrabas que me querías y que fue solo un fallo. Grandísimo, pero un fallo. Aunque lo pasaba mal (y lo paso), veía que tú querías hacerme feliz y creía que juntos lo conseguiríamos, como hemos conseguido tanto en estos cuatro años y medio. Pero desde que me fallaste por segunda vez… tal vez para ti no fue para tanto, desde ahí se ve todo de otra forma. Desde aquello no te miro con los mismos ojos. Yo confiaba en ti, a pesar de todo, creía que nunca más me ibas a fallar, que aprendiste de tu error, estaba convencida. Pero vienes y me cuentas todo aquello después de guardártelo durante unos días. Me sentí tan traicionada… tan engañada… dudé mucho de dejarte o no, y me convencí de que lo mejor para los dos era alejarnos el uno del otro, tal vez durante un tiempo, quién sabe, pero yo necesitaba saber cómo estaría sin ti. Pero no tuve el valor, no sé por qué, no sé qué tienes que no puedo dejarte, no soy capaz de decirte que quiero que lo dejemos, no soy capaz. Así que me convenciste de intentarlo de nuevo. Pero yo ya no estaba bien contigo, no después de aquello. Y claro, necesitaba ver cumplidas todas las promesas que me hiciste para intentarlo de nuevo. Yo mi parte no la cumplí, no lo intenté con demasiado esfuerzo porque no estaba segura, porque una parte de mi quería que lo nuestro no funcionara, y no era capaz de decírtelo. Tú entonces te viniste abajo más que nunca. Y yo… a mi no me salía darte toda la ayuda que necesitabas, no sé por qué. Creo que al no estar segura de si te quería no quería que te apoyaras demasiado en mí, me daba miedo. Y entonces empecé a sentirme yo muy mal también, de verte a ti, de ver la situación, de no saber lo que sentía… del miedo que tenía. A partir de ahí se vuelve todo un poco menos claro. Por una parte quería ayudarte, pero por otra me estaba hartando de la situación. Por una parte quería que hiciéramos cosas juntos para ver si me aclaraba, pero por otra cada vez que las hacíamos no terminaba demasiado contenta porque todo eran nervios y tristeza, así que a la próxima tenía menos ganas… Y aquí estoy. Hace poco te conté una mínima parte de lo que sentía pero tú no me entendiste, o yo no me supe explicar, o no me quisiste entender. Achacabas todo esto al estrés de los exámenes, con estar encerrada en casa, con la regla y con la situación. La verdad que esas cosas lo agravaron un poco, pero, a día de hoy, que no tengo la regla y estoy mucho más relajada, sigo pensando lo mismo. Que no tenemos futuro, que no me veo ni casada ni viviendo contigo. Que no hacemos nada juntos, que no salimos… Que tenemos 20 años y no estamos viviendo la vida. Y si no la vivimos ahora, ¿cuándo la vamos a vivir? A veces pienso que nuestra relación ha llegado a su punto límite, que ya no da más de sí. Que nunca vamos a tener una relación normal por mucho que lo intentemos, porque para eso no tendría que hacer falta intentarlo, tenía que ser así. Y si desde el principio (o casi) no es así, ya no la vamos a poder cambiar. Por eso creo que tenemos que dejarlo, hacer cada uno su vida, empezar desde cero. Y si de verdad estamos hechos el uno para el otro, si de verdad tenemos que estar juntos, el destino nos unirá de nuevo, nos encontraremos en algún lugar, algún día, y volveremos a ser felices. Pero, por ahora, no podemos serlo juntos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario